Mensaje del Papa Francisco al Meeting 2024

agosto 2024
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A Su Excelencia Reverendísima
Mons. NICOLÒ ANSELMI
Obispo de Rímini

Desde el Vaticano, 19 de julio de 2024
N. 642.393

Excelencia Reverendísima,

con motivo del 45° Meeting por la amistad entre los pueblos, el Santo Padre desea dirigirse a los participantes con un mensaje de buenos deseos, saludando a los organizadores, voluntarios y a todos aquellos que tomarán parte en el evento, cuyo título representa un ferviente llamado a la responsabilidad: «Si no estamos buscando lo esencial, ¿entonces qué buscamos?»

Precisamente mientras atravesamos tiempos complejos, la búsqueda de lo que constituye el centro del misterio de la vida y de la realidad es de crucial importancia. Nuestra época, de hecho, está marcada por problemáticas diversas y notables desafíos, ante los cuales a veces encontramos un sentido de impotencia, una actitud resignada y pasiva que puede llevar a “arrastrar la vida” y a dejarse llevar por el aturdimiento de lo efímero, hasta perder el significado de la existencia. En este escenario, por tanto, es más pertinente que nunca la decisión de ponerse en la búsqueda de lo esencial. El Papa Francisco anima, entonces, a buscar con pasión y entusiasmo aquello que hace resurgir la belleza de la vida, enfrentando la cuestión planteada por don Luigi Giussani cuando afirmaba con valentía: «El corazón es corroído por la esclerosis, es decir, por la pérdida de la pasión y del gusto de vivir. [...] La vejez a los veinte años e incluso antes, la vejez a los quince años, esta es la característica del mundo de hoy» (El sentido religioso, Milán 2013, 116-117).

Mientras soplan los fríos vientos de la guerra, sumándose a los fenómenos recurrentes de injusticia, violencia y desigualdad, así como a la grave emergencia climática y a una mutación antropológica sin precedentes, es imprescindible detenerse y preguntarse: ¿hay algo por lo cual vale la pena vivir y tener esperanza?
Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco nos exhorta a leer también las resistencias, las fatigas y las caídas de los hombres y mujeres de hoy como una invitación a reflexionar, para que el corazón se abra al encuentro con Dios y cada uno tome conciencia de sí mismo, del prójimo y de la realidad.
Su constante invitación es a convertirse en mendicantes de lo esencial, de aquello que da sentido a nuestra vida, despojándonos ante todo de lo que hace más pesado el día a día, siguiendo el ejemplo de un escalador que, al llegar al pie de la pared rocosa, debe liberarse de lo superfluo para poder ascender más rápidamente. Haciendo esto, descubrimos que el valor de la existencia humana no reside en las cosas, en los éxitos obtenidos, en la carrera de la competencia, sino ante todo en esa relación de amor que nos sostiene, enraizando nuestro camino en la confianza y en la esperanza: es la amistad con Dios, que luego se refleja en todas las demás relaciones humanas, la que fundamenta la alegría que nunca desaparecerá. Somos amados, esta es la verdad esencial, que el mismo don Giussani anunciaba a los jóvenes universitarios: «Son amados. Este es el mensaje que llega a su vida [...]. Este es Jesucristo en la historia del hombre, el continuo comienzo de este mensaje: “¡Son amados!”. ¿Qué es la vida? Ser amados. ¿Y lo que llevamos encima? Ser amados. ¿Y el destino? Ser amados» (Litterae Communionis Tracce, 1996, n. 1).

En la misma línea, el Papa Francisco recuerda que «lo que para nosotros es esencial, más bello, más atractivo y al mismo tiempo más necesario es la fe en Cristo Jesús» (Discurso a la Plenaria del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, 26 de enero de 2024). Solo el Señor, de hecho, salva nuestra frágil humanidad y, en medio de las adversidades, nos hace experimentar una alegría que de otro modo sería imposible. Sin este punto de anclaje, la barca de nuestra vida estaría a merced de las olas y correría el riesgo de hundirse.

Volver a lo esencial que es Jesús no significa evadir la realidad, sino, por el contrario, es la condición para sumergirse verdaderamente en la historia, para afrontarla sin huir de sus desafíos, para encontrar el valor de arriesgar y de amar incluso cuando parece que no vale la pena, para vivir en el mundo sin temor alguno. Como escribió el entonces Arzobispo Montini: «Tú nos eres necesario, oh Cristo, oh Señor, oh Dios-con-nosotros, para aprender el verdadero amor y caminar en la alegría y en la fuerza de tu caridad, a lo largo del camino de nuestra vida fatigosa» (Omnia nobis est Christus. Carta pastoral a la archidiócesis de Milán para la Cuaresma de 1955).

En este espíritu, entonces, el Santo Padre aprecia y comparte el objetivo del próximo Meeting, porque apuntar a lo esencial nos ayuda a tomar las riendas de nuestra vida y convertirla en un instrumento de amor, misericordia y compasión, convirtiéndonos en signo de bendición para el prójimo. Ante la tentación del desánimo, la complejidad de la crisis actual y, en particular, el desafío de una paz que parece imposible, el Santo Padre exhorta a todos a convertirse en protagonistas responsables del cambio, colaborando activamente en la misión de la Iglesia, para dar vida juntos a lugares donde la presencia de Cristo se pueda ver y tocar. Este compromiso coral puede generar un mundo nuevo, donde finalmente triunfe el Amor que en Cristo se ha manifestado a nosotros, y todo el planeta se convierta en un templo de fraternidad.
El Papa Francisco espera que el rico programa del Meeting, en la multiplicidad de sus propuestas y lenguajes, pueda suscitar en muchos el deseo de convertirse en buscadores de lo esencial y hacer florecer en los corazones la pasión por el anuncio del Evangelio, fuente de liberación de toda esclavitud y fuerza que sana y transforma a la humanidad. A todos, organizadores, voluntarios y participantes, Él les envía de corazón Su bendición, pidiendo por favor que recen por él.
Al unir también mis personales buenos deseos, aprovecho la ocasión para confirmarme con sentimientos de distinto respeto

de Su Excelencia Reverendísima
dev.mo
Pietro Card. Parolin
Secretario de Estado