Giuseppe Pezzini, Profesor Corpus Christi College, Oxford; Paolo Prosperi, Sacerdote, Fraternidad San Carlos Borromeo.

En el Señor de los Anillos, los personajes están llamados a unirse a una misión que es ante todo individual, incluyendo primero la de Frodo, llamado a llevar el Anillo – él solo – hasta el Monte del Destino, y así convertirse en el gran héroe hobbit de la Tercera Era. Al mismo tiempo, la misión de Frodo tiene implicaciones para el bien de todos, y no sería concebible sin la amistad con Sam y Gandalf, y más en general sin la Compañía del Anillo que lo acompaña. Estas dos dimensiones – individual y ‘comunional’ – no están en oposición en Tolkien sino que son dos polos imprescindibles de la misma experiencia, como dos hélices del mismo ADN narrativo (la ‘misión’, en sus diversas acepciones semánticas). Dividirlas y oponerlas es tentación constante en la historia humana, que necesariamente genera violencia, como lo demuestran las grandes ideologías del siglo XX (comunismo e individualismo, en sus diversas formas). A 50 años de la muerte de Tolkien, un diálogo sobre una de las paradojas clave del Señor de los Anillos, que también explica mucho de su encanto y contenido profético.