¿Por qué todos conocen a San Francisco? ¿Por qué es tan irresistible? Tenía de especial que era un artista. Tal vez el más grande de la historia. Sus sermones eran obras maestras locas y visionarias. Eran performances de teatro contemporáneo. Jugaba con los elementos de la naturaleza, improvisaba en francés, citando de memoria pasajes de las chanson de geste, distorsionando su sentido, utilizaba el cuerpo, la desnudez, incluso su propia enfermedad, el dolor físico y el mutismo. El monólogo, orquestado con las laudes medievales y los instrumentos antiguos de Luciano di Giandomenico, Maurizio Picchiò y Stefano Carloncelli, se interroga sobre el enorme poder persuasivo que genera en nosotros contemporáneos la figura pop de Francisco, y recorre la vida del pobrecillo de Asís y su esfuerzo obsesivo por contar el misterio de Dios en todas sus formas. Nadie en la historia ha contado a Dios con tanta creatividad genial. Francisco sabía encantar al público, a multitudes inmensas, sabía hacer reír, llorar, sabía cantar, bailar. Y luego el gran final, la muerte, la relación de hermandad, casi de amor carnal que tenía Francisco con Sora nuestra muerte corporal de la cual ningún hombre vivo puede escapar. Tampoco el público podrá escapar de este final. Encadenados en las butacas del teatro también tendrán que enfrentarse al verdadero, el último, gran tabú de nuestra contemporaneidad: no somos inmortales.

Músicas originales de Luciano Di Giandomenico, Instrumentos antiguos de Luciano Di Giandomenico, Maurizio Picchiò y Stefano Carloncelli, Dirección de Francesco Ferdinando Brandi, Una coproducción Teatro Carcano – Mismaonda – Viola Produzioni. Con el patrocinio del Ayuntamiento de Rimini. Con el apoyo de la Región Emilia-Romaña, Grupo Maggioli, Novomatic y Vulcan-Società Italiana Gas Liquidi.