Por
Associazione Euresis e Camplus

Curadores
Tommaso Bellini, Marco Bersanelli, Andrea Caprotti, Mauro Ceroni, Mario Gargantini, Francesco Mambretti, Samir Suweis

Asesores científicos
MarcelloMassimini y Andrea Moro

Coordinación
Benedetta Cappellini

Gráficos: Sara Mulone
Video:Peliculas Milanesi
Actor:Matteo Bonanni

También este año el Encuentro acoge un camino científico dedicado a la ciencia curado por la Asociación Euresis y Camplus, que se presentará todos los días durante todo el día*, cada hora, a partir de las 11.00 horas.
Entre las realidades más enigmáticas y fascinantes que la ciencia trata de investigar está ese objeto sui generis que coincide con el propio sujeto de investigación: el ser humano. El hombre representa ese nivel de naturaleza capaz de sentir la presencia del mundo y de sí mismo, y capaz de expresar su propio ser allí con la más misteriosa de las palabras: yo.  Liderados por dos académicos italianos de renombre mundial, el neurocientífico Marcello Massimini y el neurolingüista Andrea Moro,se nos invitará a explorar la naturaleza de la conciencia y el lenguaje de acuerdo con las posibilidades que ofrece el abordaje científico y con apertura interdisciplinaria.

1. EL LENGUAJE

¿Qué me permite decir yo? Sólo un ser capaz de lenguaje puede identificar, entre las mil palabras, incluso la minúscula y misteriosa palabra “yo”. Pero, ¿de dónde viene esta capacidad tan profunda y singularmente humana?

El lenguaje se entiende comúnmente a partir de su uso más obvio: la comunicación entre diferentes sujetos, apoyada en una serie de reglas compartidas que son transmitidas por las familias y los estudios elementales. Sin embargo, esta definición no es suficiente para capturar su esencia al máximo. La naturaleza y la técnica ofrecen ejemplos que parecen acercarse al lenguaje: nos maravillamos con las complejas danzas de las abejas o los variados cantos de los pájaros, y nos estamos acostumbrando a tener asistentes de voz en nuestros bolsillos que quizás siguen las reglas gramaticales más correctamente que nosotros.

Pero, ¿existe, o no, una brecha fundamental con respecto a nuestra charla? Partiendo del trabajo de la neurolingüista Andrea Moro, se nos invitará a descubrir dónde acechan las diferencias, cavando en las profundidades de nuestro cerebro para descubrir las posibilidades inherentes a la teoría de los lenguajes imposibles. Veremos cómo el lenguaje es fundamental no solo para poder expresar nuestros pensamientos, sino también para la existencia misma de nuestro pensamiento. Es una estructura biológicamente determinada y previa a cada experiencia, única en el universo, que nos permite ir más allá de las necesidades básicas y enfrentar la experiencia más profunda de confrontación con el sentido último de las cosas.

2. CONCIENCIA

Si hay una palabra que indica una propiedad que nos distingue como sujetos es la palabra “conciencia”. Es una propiedad decisiva y frágil, que puede desaparecer fácilmente, como cuando nos quedamos dormidos, y luego reaparecer con la misma rapidez cuando nos despertamos. Y eso no es todo. Son muchas las situaciones, que van desde los comas de unos pocos días hasta los estados vegetativos que pueden durar años, en las que parece casi imposible interceptar cualquier rastro de una personalidad presente dentro de un cuerpo que ya no es capaz de comunicarse con el mundo exterior. Parece entonces que el misterio de la conciencia debe permanecer inaccesible a la investigación científica. A muchos científicos les gustaría vincular la percepción del yo y del mundo a la capacidad de comunicarlo (“función”). Siguiendo el abordaje del profesor Marcello Massimini, el visitante será acompañado al descubrimiento de historias verdaderas de personas que han experimentado la llamada “zona gris”, donde el vínculo entre la conciencia y la función es más problemático y escurridizo, tal vez comprometido, encontrándose con sofisticadas técnicas desarrolladas en los últimos años para interceptar los rastros más débiles de la conciencia. De acuerdo con este enfoque, la primera investigación debe llevarse a cabo dentro de nosotros con el fin de reconocer las características de la experiencia subjetiva de la conciencia, y luego buscar, en la complejidad inextricable del cerebro, elementos medibles que correspondan a estas características. A través de esta estrategia, que no tiene la ambición de explicar la conciencia, se encuentran nuevos accesos a esta cualidad inefable nuestra, incluso cuando somos incapaces de comunicarla.

Si el yo es a veces el sujeto de la investigación científica, siempre es el sujeto de la misma. A menudo se cree que el camino científico es un proceso a-personal, casi aséptico, mientras que es el resultado de una relación apasionada de estima y aceptación de la realidad. En cada descubrimiento el hombre revela más o menos conscientemente un aspecto de sí mismo.  A través de la narración de algunos momentos de la historia de la ciencia será posible captar la manifestación de algunas dinámicas típicas de la acción humana: la seriedad en apegarse a los datos; el coraje de arriesgar una hipótesis; la voluntad de reconocer y aprender de los errores; la paciencia para respetar los tiempos de la naturaleza; la disposición a reconocer lo inesperado; la apertura a la imaginación para acercarse cada vez más al corazón de la realidad; el compartir que hace que “todos” sean cada conquista del yo.