Ascoli. Escrito en piedra
Organizado por el Centro Cultural Clemente Rebora de Ascoli
Realizado gracias al Municipio de Ascoli Piceno
¿Por qué una exposición sobre Ascoli Piceno en el Meeting de Rimini? ¿Qué es interesante para los visitantes de todo el mundo esta pequeña ciudad, de 50.000 habitantes, arraigada en el corazón de Italia, en los márgenes de los nodos cruciales y las grandes direcciones de nuestro país? Nada y todo.
Ascoli es un manifiesto practico y evidente de belleza que proviene de la pasión por el hombre y que abarca los siglos. Es un milagro improbable resultante de la intersección de diferentes civilizaciones que se han sucedido unas a otras dejando su huella, su testimonio. Establecida sobre una planta romana, es un raro y original ejemplo de una ciudad que, a pesar de las sucesivas estratificaciones, ha mantenido intacto su núcleo primitivo medieval y por lo tanto, a través de cada detalle, cada sillar de travertino, cada atisbo, rincón, cuadrado, es la posibilidad de un diálogo con el hombre de todos los tiempos, y por lo tanto con el hombre como tal y con el deseo que le animó en la obra que construyó… El hombre medieval era un hombre en el que aún no se había completado esa ruptura entre Dios y la experiencia, un hombre en el que históricamente no se había afirmado ese desapego entre Dios y realidad del que habla el Papa Francisco en Lumen Fidei: “Nuestra cultura ha perdido la percepción de esta presencia concreta de Dios, de su acción en el mundo. Pensamos que Dios sólo está más allá, en otro nivel de realidad, separado de nuestras relaciones concretas”… En el hombre medieval estaba muy claro que todo venía de Dios y todo, cada detalle de la vida, se le ofrecía. Esta es la única manera de explicar una ciudad como Ascoli, en la que hay un número desproporcionado de iglesias, en la que cada paso del viajero va acompañado de un signo de memoria (un grabado, un edículo, una cruz) y en la que cada detalle desde un punto de vista arquitectónico es una referencia a una totalidad que no abandona. De este punto de conciencia de las personas que la habitaron parece nacer la belleza de Ascoli, que no es tanto el resultado del genio de un individuo (como puede ser Urbino, para permanecer en las Marche), sino que es la expresión evidente de un pueblo movido por una pasión por el hombre y por la realidad. Y lo que llama la atención no es una obra en particular, sino todo el conjunto. Guido Piovene lo dice bien en su Viaje a Italia: “Ascoli Piceno es una de las ciudades más bellas de Italia no tanto por este o aquel monumento, sino por su complejo, la calidad antológica, el encanto que viene de la nada y de todo”.
En esta exposición Ascoli es contada por su gente, por las personas que la viven, gente sencilla, que caminando por las estrechas calles que recorren el corazón de esta ciudad -tan olvidada como para parecer mágica, atrapada para siempre en otra época- han estado marcadas por su belleza. Una belleza que habla de la pasión por el hombre. Una belleza que nos preocupa, que concierne a todos. También el visitante más lejano del Meeting.