El coraje de decir «yo»
El próximo Meeting lleva como lema “El coraje de decir «yo»”. Está tomado de una cita del “Diario” del filósofo danés Søren Kierkegaard. En este periodo histórico tan difícil y tormentoso en el que se ponen en discusión certezas científicas, económicas, sociales y estilos de vida aparentemente adquiridos, nos parece decisivo llamar la atención sobre la libertad humana y su vocación para contribuir a la construcción de un mundo más humano.
Muchos afrontan el horizonte ante el que nos encontramos como algo asfixiante y sofocante: el mundo entero vive sumido en una creciente desorientación. La consistencia de la realidad parece no poder resistir el embate de una nueva oleada de disolución social, incertidumbres económicas y políticas, aceleradas por la pandemia: la relación con personas, actividades y circunstancias cotidianas se debilita cada vez más. La apatía y el aburrimiento se alternan con el miedo y la rabia, el gusto por vivir parece sucumbir.
Los riesgos de una homologación cultural y social que relativizan la unicidad de la persona frente a los desafíos de la vida están a la vista de todos.
¿Pero qué es más concretamente el yo? ¿Se trata de una ilusión? ¿De un “haz de percepciones diferentes, que se suceden entre sí con una rapidez inconcebible y están en perpetuo flujo y movimiento”, como decía el filósofo David Hume? ¿O más bien –como parece sugerir la etimología latina de la palabra “persona”– de una máscara teatral? ¿O de un obstáculo para quien vislumbra en él un factor de disturbio y destrucción del orden natural del mundo?
Es experiencia compartida que la relación (fundadora, generadora, afectiva, con alguien diferente) es lo que permite al yo reconocerse, ser consciente de que existe y buscar un sentido, para sí mismo y para el mundo. ¿Y de dónde saca el yo el coraje necesario para moverse y actuar, para exponerse, para no soportar inerte las circunstancias de la vida de nuestro tiempo? ¿De qué tipo de coraje estamos hablando?
¿Y cuál es la relación entre el yo y el nosotros, entre el individuo y la comunidad, entre la persona y la sociedad? ¿Todavía es posible que el deseo de vivir plenamente y profundizar en nuestras relaciones pueda hacer vibrar el yo de cada uno de nosotros?
El llamamiento incesante a seguir nuevas y cada vez más restrictivas reglas de salud pública no basta para aplacar la ansiedad y la falta de esperanza ante el futuro. Para afrontar la pandemia y los múltiples desafíos que la vida nos plantea, hace falta que la sociedad despierte del torpor y del miedo en que ha vuelto a recaer meses después. Será esencial la contribución de cada persona, de cada yo, que asuma su propia responsabilidad, haciéndose cargo de su propio bien y el de su comunidad.
De hecho, nos hemos descubierto frágiles, vulnerables, nos hemos dado cuenta de que necesitamos al otro. Por eso creemos que solo podemos volver a empezar juntos, comprendiendo el valor y el significado (también de interdependencia) de las relaciones humanas. Por eso, el diálogo es premisa indispensable para cualquier reconstrucción posible.
Al mismo tiempo, surge la necesidad de algo que despierte continuamente el yo de cada uno de nosotros. Lo que todos necesitamos es la dimensión permanente de la educación para poder darnos cuenta de lo que sucede y para empezar a vivir humanamente. Una crisis como la que estamos viviendo obliga de hecho al yo a volver a las preguntas esenciales; para volver a empezar hace falta no censurarlas.
Por eso queremos encontrar el testimonio de personas que, sin censurar su propio yo, no dejen de hacerse preguntas y puedan comunicar su propia experiencia y su manera de afrontar la realidad en los diversos ámbitos en los que se desarrolla la vida humana, en la política, en la investigación científica, en la economía, en la educación, en el arte, en la asistencia sanitaria, en todas partes.
El Meeting se ofrece al mundo como momento de encuentro y confrontación para todos, intentando alcanzar una mayor comprensión de sí y del presente, compartiendo la esperanza que habita en el corazón, en las miradas y en esa vida más humana de hombres y mujeres que se ponen en juego, personas que tienen el coraje de decir “yo”.